El perverso amedrentamiento
Esta solo tiene como objetivo desmoralizar y desmovilizar a la oposición y a la ciudadanía que se resiste a su absolutismo. Sin embargo, también ha provocado una reacción de resistencia y solidaridad entre los sectores democráticos que no se dejan intimidar y que siguen luchando por el cambio político y social. La intimidación no es una muestra de fuerza, sino de debilidad y miedo. Frente a la intimidación, la respuesta es la denuncia, la organización y la movilización pacífica.
La situación de Venezuela es cada
vez más grave y preocupante. El régimen ha recurrido a todo tipo de medidas
represivas para mantenerse en el poder, violando sistemáticamente los derechos
humanos de los venezolanos. Entre estas medidas se encuentran la detención
arbitraria, la tortura, el acoso judicial, la censura y el uso excesivo de la
fuerza. Estas prácticas buscan generar miedo y silenciar a quienes nos oponemos
al gobierno o reclamamos un cambio político. La represión del régimen afecta a
todos los sectores de la sociedad, desde líderes políticos hasta periodistas,
activistas, estudiantes, trabajadores y ciudadanos comunes. Se trata de un
atentado contra la democracia, la libertad y la dignidad de todo un pueblo que
merece vivir en paz y prosperidad.
Esta intimidación va junto a la
mentira sostenida durante veintiséis años, esta mentira donde quieren hacer ver
que aquí se respeta el estado de derecho y respetan los derechos de todos los
venezolanos. Y es que todo eso es una burla, no solo a los venezolanos, sino a
toda la comunidad global internacional y a los principios democráticos que
deberían regir nuestra nación. Esta mentira es la que les permite seguir
violando los derechos humanos, reprimiendo las protestas, encarcelando a los
opositores, censurando a los medios y manipulando las elecciones. Esta mentira
es la que les da impunidad para destruir el tejido social y económico de
nuestro país. Esta mentira es la que nos ha sumido en la miseria, en la
escasez, en la inseguridad y en la desesperanza. Esta mentira y toda esa burla,
no solo a los venezolanos, sino a toda la comunidad global internacional debe acabar
de una vez por todas.
proyectan al mundo, si lo único que consiguen con sus palabras es evidenciar su pérdida de credibilidad y legitimidad. ¿Acaso no se dan cuenta de que cada vez son más los que se rebelan contra su tiranía y exigen libertad y democracia?
Su estrategia de acoso a la
ciudadanía ha sido un rotundo fracaso, el desprecio permanente y ese dilatar el
tiempo burlándose de todos ya no tiene efecto. Ya nadie se deja intimidar por
las amenazas de estos portavoces, sino que las enfrenta con coraje y firmeza.
La gente está harta de vivir bajo el yugo, la pobreza y la violencia. La gente
quiere libertad.
La comunidad internacional debe
entender que estas actitudes – fuera de cualquier lógica y control - no contribuyen a la paz ni al diálogo, sino
que generan más división y violencia. Estos voceros deberían dejar de lado su
retórica belicista agotada y decidirse a practicar la verdadera política,
permitiendo unas elecciones libres, que generen la transición pacífica y democrática
que permita iniciar un momento nuevo, un momento luminoso que nos permita lo
que nuestra gente quiere: el bien común, respetando la democracia y los
derechos humanos.
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