Que no nos "ruchen" las metras













Por José Manuel Guzmán 
Miembro de la Red de Lideres Comunitarios

Recuerdo mi barrio y como jugábamos metras con nostalgia y alegría. Era una época más simple, cuando nos divertíamos con poco y compartíamos todo. Cada tarde, después de la escuela, nos reuníamos en el callejón para jugar “hoyito”, “rayo” o simplemente apostar las metras en una buena partida. Había de todos los colores y tamaños, y cada uno tenía su favorita. Casi todos las acumulábamos (en un perol de aceite, por lo general), otros las apostaban, y otros las usaban para hacer trucos. 
Era un juego de habilidad, destreza y suerte. A veces ganábamos, a veces perdíamos, pero siempre lo pasábamos bien. Era una forma de hacer amigos, de competir sanamente, de aprender a respetar las reglas y a aceptar las derrotas.

Esta remembranza también me trae a la mente lo estratégico y hábiles que podíamos ser cuando necesitábamos defendernos, defendernos de los “pegones”, estos eran los más experimentados los que eran certeros con el “vola’o”, los que venían con intención de “rucharnos” las metras. Ese era el momento preciso de aliarnos. Y es que esa alianza en grupo era lo que nos daba resultados, así protegíamos lo que teníamos en común, nuestro perol de metras, nuestro tesoro.

El momento político venezolano hoy necesita más que una alianza, requiere de un ejercicio político sin precedentes, requiere de una madurez precisa, analítica y hábil, madurez sin embargo que ha estado muy distante durante estos últimos veinticinco años en nuestros liderazgos. Ya con una jugada cantada y por las ramas por parte del gobierno y con una fecha electoral adelantada, nos queda solamente tener el tino y el momentum político para poder derrotar este gobierno, un gobierno que ni con discursos populistas, ni con fechas icónicas revolucionarias, ni con ningún argumento tiene algo que ofrecerle a la gente. Su indiscutible negligencia, su imprecisión, su falta de sensatez, la inefectiva organización en los asuntos públicos y la gerencia de los servicios públicos, sumado a la pasión y el deseo irresistible de cambio en nuestros ciudadanos – más del ochenta y cinco por ciento – son variables firmes para que se dé la salida.

Lamentablemente esta es nuestra realidad, aunque nos parezca errada, mal ejecutada o mal concebida. Es muy cierto, que no hay elecciones libres con chantajes, no pueden ser libres obstaculizando a unos y habilitando a otros, encarcelando gente con esa puerta giratoria activa, expulsando diplomáticos, insultando, subestimando a todos y sobre todo utilizando el miedo como única herramienta y estrategia contra los contrarios, mucho menos cuando ajustan a su medida unos efímeros candidatos supuestamente contendores que no tienen la aceptación de nuestra gente, pero menos libres pueden ser cuando sabemos que no cumplieron, violaron acuerdos y tratados que al parecer siempre sirven para lo mismo; para nada.  

Ante esto debemos entender, que esto es lo que hay, como reza el dicho muy nuestro. Es la hora del liderazgo, es la hora de ver como hacemos para que no nos ruchen las metras, es la hora, no de una “alianza” odiosa y mal intencionada, no, es la hora de ponernos de acuerdo para proteger nuestro tesoro, el perol de metras en esta realidad es Venezuela, su democracia y su futuro.  Es el momento de la responsabilidad irrestricta, esa que pueda permitir ponernos de acuerdo, así como los muchachos del callejón lo hacían para defenderse de los “pegones” los autoritarios, los ineficientes.

La situación actual nos presenta enormes desafíos y requiere líderes que puedan desarrollar estrategias actuales efectivas. Sin embargo, muchos de nosotros sentimos una incertidumbre legítima sobre cómo lograr este objetivo. Quienes hemos estado y trabajado en este campo hemos observado con tristeza que nuestros líderes no están logrando los resultados esperados. Muchos están inmersos en prácticas políticas anticuadas y vemos cómo dominan sus sueños personales y lejanos. Basta ver que el liderazgo de los partidos de oposición, tanto internamente como a niveles estructurales de base, está motivado por una fuerte atracción por futuras nominaciones que ni siquiera sabemos cómo serán concebidas si no abordamos las cuestiones inmediatas. Desde allí vale la pena preguntarnos si lograremos el consenso necesario.

Ha habido varias crisis internas, y cuando analizamos las estrategias de las nuevas formas de organización y de campaña, encontramos que cuando se alejan del partido, su orientación parece más aceptable, lo que simplemente refleja la gran aversión que la gente tiene por los partidos políticos. Este mensaje explicito de manera harta y amplia no es aceptado por los que rigen las direcciones parroquiales y estructurales dentro de los partidos y pareciera que no es visible, no es claro el momento que se vive.  


Y es que resulta paradójico que haya personas que se aferran a una visión dogmática de la política, sin aceptar el diálogo ni el debate. Estas personas dogmáticas frenan en el avance y evolución del pensamiento político, pues impiden que se generen nuevas propuestas y alternativas para soluciones dentro de la organización y que permeen hacia la comunidad. Además, cuando vemos como se niegan a reconocer la legitimidad de otras perspectivas, fomentan la intolerancia y el conflicto, en lugar de la convivencia y la cooperación. Por eso, es necesario que superemos el dogmatismo político desde las bases, desde la parroquia, y que promovamos la cultura de la deliberación, lo novedoso y el consenso, donde se respeten las diferencias y se busquen los puntos en común, solo así podremos tener organizaciones políticas sólidas, firmes y distintas, que fortalezcan la democracia y puedan ser bastiones importantes para que no nos sigan “ruchando” las metras.

Ante esta queja publica y constante, es vital que los liderazgos ya establecidos comprendan que se deben organizar para asumir esta tarea, se deben hacer de personas capaces, con experiencia en organización y varias áreas. Si bien la trayectoria política es válida, también es cierto que la trayectoria viene con un gran cumulo de taras personales bastantes florecientes en nuestra clase política venezolana, estas deformaciones lamentablemente dañan y hacen que nuestros lideres se vuelvan peor o casi igual a las estructuras que nos gobiernan de manera nefasta hoy por hoy.

De abajo hacia arriba, con el oído puesto en la gente, el liderazgo requerido y demandado hoy debe tener una visión bien altruista y solidaria, esa que permita llegar a un consenso aceptado por todos. 

Sería oportuno el momento para ver a todos metidos en el callejón, juntos enfocados en defender nuestro tesoro, nuestro país, nuestra democracia y nuestro futuro.



 

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